Por Juan Khan Chan
Hipocresía, deseo de fama a toda costa, pero sobretodo, una
inmensa mediocridad, es lo que ha distinguido al “trabajo” de los poetas del
movimiento absurdamente llamado “poscorrientismo”, que, afortunadamente,
muestra signos irrefutables de su agonía.
Desgraciadamente, dadas los últimos e
infames acontecimientos, no me queda más que tocar tan asqueroso tema, con
previo aviso a mis lectores de que he puesto guantes de látex para evitar que
su hediondez se impregne en estos dedos, amantes de la verdadera literatura.
Pues sí. Finalmente, el poscorrientismo se ha revelado como lo que es: un
movimiento surgido de la basura mental y condenado al absoluto fracaso. Desde
sus primeros momentos, sostuve que el declarar el fin de las corrientes
literarias, me parecía no solo un hecho aberrante y pretensioso, sino
absolutamente ignorante. Los firmantes del patético documento que califican
como manifiesto, son chacales a los que tuve el disgusto de tratar durante un
taller atroz en el que fui a caer por completo error y infortunio del destino
natural del escritor verdadero, el cual se impartía en la parte trasera de la
iglesia de la Sangre de Cristo, en el corazón de Oaxaca de Juárez, a un costado
del templo de Santo Domingo. Llegué a
ese lugar creyendo que era un evento de la Fundación Alfredo Harp Helú, pues
uno de sus integrantes tuvo el descaro de mandar un correo aprovechando el
infiltrarse en la base de datos del organismo cultural, debido a que trabaja en
sus estructuras fingiendo ser un trabajador más del mismo. Me dije en esa
ocasión, bueno, no sé qué tanto de cultural tenga el evento, pero siendo de la
fundación muy probablemente den algo de bocadillos y unos tragos. Además de que,
debo admitirlo, me sentí contento de que me incluyeran en alguno de sus eventos
como invitado, pues quizás sería la oportunidad de conocer al filántropo y que
me apoyará con algunos de sus millones para impulsar un evento que cambie por
fin la percepción de las letras en Oaxaca, y de paso me pudiera mantener y ya
no tener que trabajar más.
Desgraciadamente (y probablemente esta palabra se encuentre con
frecuencia en este escrito para el olvido), lo que me encontré se distanció
mucho de lo que mi vivaz fantasía me había hecho creer. En lugar de un evento
profesional, con presupuesto, planeación, invitados de lujo, y todo auspiciado
por el millonario libanés, me encontré a unos perros famélicos muertos de
hambre, (hablo en sentido figurado, pues algunos de sus miembros padecen
sobrepeso), hablando lastimeras conversaciones y leyendo deplorables textos
sobre lo que estúpidamente, llaman “un movimiento literario”, o lo que es peor,
“el primer movimiento literario de Oaxaca”. Háganme ustedes favor.
Me quedé en la reunión fingiendo interés y aguantándome en
silencio las ganas de vomitar. Pero la sarta de idioteces que escuché en esos
momentos, me sirvió para analizar la mente del pobre escritor joven, que,
DESGRACIADAMENTE, ahora corroe el mundo de las letras hasta dejarlo en unos
huesos miserables. Escritorcitos
jóvenes, que se creen gigantes, que han leído diez miserables libros en su
vida, pero pueden afirmar conocerlo todo. Que tristeza. Tuve que asistir
durante tres meses de forma incógnita a talleres verdaderos como Cantera Verde y al que dicta
el docto e ilustre escritor gallego-chiapaneco-oaxaqueño Lenorado Da Jandra para
desintoxicarme un poco de tan atroz indigestión letrística. En estos lugares,
verdaderos “Ateneos de la Juventud” oaxaqueña, tuve la fortuna de escuchar a
verdaderos hombres de letras preocupados por el hacer filosófico del estado, y
departir increíblemente interesantes reflexiones, sobre todo la de aquellos
jóvenes maestros en ciernes s
urgidos de la biblioteca del
Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca (IAGO), verdaderas semillas de esperanza
en la literatura del estado más rezagado en materia económica del país.
Volviendo a los nefastos ”poscorrientistas”, no hay palabras más sabias que con
las que el maestro Da Jandra describió la situación de las letras en nuestros
tiempos: “los escritores jóvenes oaxaqueños han escrito un librito y ya se
creen Octavio Paz”. Palabras bárbaras de sabiduría pura las del maestro que
cada domingo nos regala sus profundas reflexiones filosóficas en su columna
“Diarios de Cacaluta” en el periódico de ultraizquierda NOTICIAS. No hay mejor
manera de describir a estos enajenados, depravados,
punks literarios, ignorantes simios, que denigran con sus mentiras,
una y otra vez el ya delicado escenario literario de Oaxaca.
Ahí están todos ellos, sus nefastos creadores, Jesús Rito
García, y su ex colega Saúl Díaz Parra, peleando un pleito de vecindario,
embarrándose con sus propios excrementos a falta de talento y ventilando sus
corruptelas, según las cuales, bajo la bandera de enarbolar un movimiento
literario, han robado millones de pesos para “evento populares”, que, quien
haya tenido la mala suerte de asistir, pudo constatar que fueron hechos sin un
solo peso de presupuesto, con equipo prestado, carteles dibujados en cartulina
con plumón negro, y sillas prestadas por los locatarios, a quienes además se
les pidió un apoyo, engañándolos de que no contaban con dinero para el mismo. Mientras
se relamían los bigotes pensando en qué iban a utilizar esa enorme suma.
Hoy, las mentiras de los poscorrientistas se han revelado, y
con ello, se percibe la caída de un movimiento famélico que no debía de haber
nacido nunca. A Saúl Díaz, el pseudopoeta cuyo único talento es su enorme
barriga, coronada por un par de sendos pechos, y quien subió más de 20 kilos en
dos años, comiendo en suntuosos restaurantes con el dinero que robó de los
eventos literarios, solo le puedo decir que es una pena. Un escritor mediocre.
Ojala fuera tan bueno para hacer versos como para comer tlayudas y memelas. Eso
aunado a que sus textos siempre me parecieron patéticos, en especial aquel en
el que denota su depresión porque su miembro es mucho menor que el de un actor
negro que llama Carl. Patético. Como si interesara a alguien conocer las frustraciones
de sus dimensiones sexuales. De Rito ¿qué les puedo decir que no se haya dicho?
Impostor, buscavidas, oficialista cuando le conviene, ultrarradical cuando debe
mostrar esa máscara, que además, es una vergüenza para el pueblo istmeño, pues
con sus poemas en los que frecuentemente alude a su semen como “atolito de
arroz” y a sus testículos como frutos de un árbol prohibido, ha roto con la
bella tradición de la palabra que por años hemos forjado con muchos esfuerzos
estéticos. Además de que junto con Díaz Parra, parece haberse enriquecido, pues
con dinero que se supone debe ser destinado para las letras, realiza cruceros
por Europa, como recientemente consta en imágenes paseando por el mediterráneo
lusitano. Sobre Oscar Tanat…¿bueno qué les puedo decir? hay veces que
francamente no sé cómo pueda haber gente (y los hay miles, tanto como “emos”)
que puedan leer las fanfarronadas y considerar como un artista a ese payaso y a
su cacofonía como arte. Ya lo dijo alguna vez el gran y sobrio escritor
oaxaqueño Víctor de la Cruz, “ladrar no es hacer poesía”.Siempre vistiendo sus
ridículos atuendos de terciopelo, alguien debería explicarle que la festividad
anglosajona de Halloween, solo sucede una vez al año y de paso, son comprados
con dinero público. Alfonso
Carballo, por su parte, ha sido el más
silencioso de todos, pero no por eso menos nefasto. El escritor tehuano, quien
antes de recibir la malainfluencia de los poscorrientistas, dibujaba algunos
trazos rescatables, ahora se ha hundido en el estiércol mental del movimiento
que alguna vez pretendió dar un giro a la manera natural en la que se organiza
el fluir del imaginario literario. Ahora, flaco,
ojeroso y cansado,como dijera aquella trillada canción popular de los
ochentas, pretende colgarse de un hueso y amenazar bajo la consigna de” baño de
sangre” pretendiendo declarar a Oaxaca, y más concreto al Istmo de Tehuantepec,
como “Capital Nacional de la Poesía”. Hágame usted (el chingado) favor.
Absolutamente patéticos y desdichados, desnudados ante la
sociedad civil como las ratas que son, los poscorrientistas se sacuden en una
lucha intestina que terminará por separarlos, y entonces sí, los veremos en su
verdadero lugar, vagando, haciéndose pasar como hipsters en medio de algún mundillo intelectual, como dijera en
alguna ocasión Villa- Matas, buscando la inserción en las letras, a través
alguna de las corrientes literarias que tanto criticaron. Tal como lo profeticé hace mucho tiempo, el
movimiento “poscorrientista” no tiene ningún futuro, más que el propósito con
el que lo fundaron sus nefastos fundadores: ser un vómito que se seca y evapora
en la banqueta de una ciudad desolada, en el hermoso universo de la verdadera literatura.
Zimatlán de Álvarez,
28 de enero de 2012
Juan Khan Chan (1968, Fukuoka, Kyushu, Japón )
Hijo de una japonesa y un inmigrante oaxaqueño, Juan Khan Chan es una
de las más importantes figuras de las letras contemporáneas. Ha sido
propuesto en muchas ocasiones para el premio Nobel (se espera que lo
consiga antes de su muerte). Doctor en Letras hispánicas, maestro de
letras japonesas, por las Universidades de Kobe, y de Toke, en su país
natal, fue fundador junto con Octavio Paz de las revistas Vuelta y
Plural. Sus publicaciones se han traducido a más de 70 idiomas, y ha
recibido la Legión de Honor del gobierno francés, además de haber sido
galardonado con el premio Goldman Sachs por su labor altruista al
combatir a puño limpio a los asesinos de focas en Canadá. Sus títulos,
entre los que se encuentran: El Clavel de Aquella Noche Negra,
Pornografía del Dictador, Rosas rojas para ti que eres una reina, y Me
he convertido en un gusarapo, o Paulo Cohello debe morir, han
sido elogiados por críticos de los diarios más sobresalientes, y se han
colocado en los primeros lugares de venta en librerías de todo el
mundo.