domingo, 9 de enero de 2011

MANIFIESTOS POSCORRIENTISTAS

Manifiesto poscorrientista (1.0001OT)
Contrario a lo que sucede a la materia
las palabras s  e  l  e  v  a  n  con  l  o  s  i  s  m  o  s



-El derrumbe, la hecatombe prolongada de las barreras que delimitan los vértices de las disciplinas artísticas y los estilos, el contrapunto, la reunión de todos los tiempos, el contrato final; la unión definitiva de todas las vertientes del arte en un sólo momento histórico está sucediendo aquí y ahora. Las fronteras que separan a un arte de otro, a un estilo de otro, se están destruyendo; la disolución de las líneas divisorias entre las  artes se hace cada vez más nítida.

-Las fases históricas en las que surgieron las distintas vertientes estéticas, están enmarcadas dentro del corrientismo, su agotamiento deriva en el poscorrientismo.  El agotamiento implica la extracción medular de la esencia de los estilos surgidos bajo el seno de  la historia, la extracción suprema que exprime lo mejor y lo peor de cada corriente para fusionarla, para combinarla al gusto particular de cada creador. Si el surrealismo celebra la creación fuera de la racionalización, si el simbolismo condensa la realidad en frases de sustancia, si el realismo emula situaciones ordinarias, etc.  el poscorrientismo es capaz de hacer todo eso al mismo tiempo en un todo orgánico. No es la combinación por la combinación, es la búsqueda de los engranajes adecuados para echar a andar la máquina de la experiencia estética en una sola obra de arte armónica.

-Los artistas de hoy buscan la creación de algo nuevo, desfallecen por imponer un nuevo estilo, buscan la generación de una nueva estética dentro de sus propias disciplinas, muchos han llegado a creer que están parados frente a la puerta de la gloria por sus obras, mas lo nuevo no existe, no hay más que mera combinación original de los elementos ya existentes adaptados a los tiempos contemporáneos, Frankensteins que se intentan  fabricar orgánicos con la suma de los elementos más contradictorios en apariencia, de la misma forma en que cualquier composición musical no es otra cosa que la combinación de tonos ya existentes.
En el poscorrientismo somos descarados y nos desprendemos de ese orgullo ridículo de “elegidos”, aceptamos que nuestras obras imitan por fragmentos las viejas tendencias, fácilmente detectables por los especialistas. Revolquémonos pues en este armado de bloques diacrónicos,  imposible es desdeñar los logros y alcances de las distintas vertientes del arte y disciplinas para formular una nueva, sería como buscar desde la nada la germinación de la materia, es indispensable retomar a nuestro gusto lo mejor de las viejas tradiciones y lenguajes, actualizarlos, combinarlos en pro de la experiencia estética. De la misma forma en que la ciencia  se supera sí misma por acumulación de conocimiento, por ensayo y error, documentado en vías de la comunicación con los hombres que épocas futuras darán continuidad a los trabajos, el arte debe retomar abiertamente en lugar de desdeñar, dejarse del reduccionismo absurdo de las ideas, el arte total es el poscorrientismo

-La mayoría de los poetas de nuestro tiempo están atrapados en la combinación emulativa, un tipo de poscorrientismo conservador que sólo imita las viejas formas y las combina sin resultados valga decir sorprendentes, la gente tiene la sensación de que esa poesía ya la ha leído antes en alguna parte.  Los poscorrientistas, buscamos la totalidad de la fusión entre corrientes y disciplinas para romper la barrera que han forjado desde antaño los poetas entre ellos y el público. No esperemos que la gente lea poesía, narrativa o vaya al teatro si nuestras obras carecen de fuerza, salvo para los caciques del arte que califican de excelsas muchas obras que nadie lee.

-La sociedad no va al teatro, ni a los recitales de poesía, ni a las galerías porque ya nada la sorprende, el arte se ha convertido en un sistema obsoleto e inútil que en los tiempos primigenios se enmarcaba dentro de las estructuras sagradas de la vida cultural de un pueblo, cumpliendo funciones de orden primario en la continuidad del cosmos.  No por nada Aristóteles afirma que “el propósito de la tragedia es purificar al corazón por medio de la piedad y del terror”. El artista cuya única función social es ensalzar su propio ego y regarlo como un pesticida por todo lo que pisa y toca su mirada, cae en el grave error de no ser útil para nadie más que para sí mismo. Es un artista perdido, narcisista que no está en condiciones de aportar nada a los suyos. Hoy estamos en condiciones de utilizar al máximo todas las herramientas que hemos descubierto para depositar en el público el germen de la experiencia estética, un público que como dice Artaud, “busca en el amor, el crimen,  las drogas, la sublevación o la guerra, el estado poético y trascendente de la existencia”, todo porque la mayor parte de las obras de arte carecen de fuerza y sólo sirven como bonitas conservas culturales cuya creación se enmarca en un sistema plagado de relaciones de poder. El público está aburrido de la solemnidad con la que escriben y leen los poetas de siempre, esos que no se renuevan y vagabundean con sus mismos poemas en los mismos foros. (y si tiene nuevos poemas dan la impresión de ser los mismos). El libro no lo es todo, la lectura sí lo es, el acto en vivo de ejercer el dominio de la palabra con sus representaciones visuales, dramáticas, musicales y demás, es la esencia base del cambio que el agotamiento de las corrientes propone, tratar al público como un igual y no como aquel que ha de ensalzar el ego destructivo del artista.

-Se ha roto la secuencia histórica, hoy, a través del internet tenemos acceso a la información acerca de casi cualquier época de la historia humana, nuestras obras ahora son cada vez más anacrónicas y al mismo tiempo universales, se nutren de cualquier cosa; la multimedia, lo sagrado, la ingeniería, la ciencia y todas estás y más combinadas, revolcadas al gusto, ensambladas como en una gran instalación de reciclaje, el poscorrientismo es el reciclado, la reutilización de nuestra basura cultural, sus efectos pueden ser resentidos en cualquier lugar del mundo sin que siquiera  lo advierta el artista, los muros que nos separan a unos de otros se están fracturando  El poscorrientismo rompe el espacio-tiempo sin formula preestablecida, parece ser incluso, una de sus condiciones naturales. Todo sucede al mismo tiempo dentro un gran acto poscorrientista.

-Los gremios inconformes, los conservadores que se la pasan criticando que una obra se parece al estilo de tal o cual artista, que les gritan a los jóvenes que lo que hacen no es original por tener reminiscencias de cualquier corriente, esas presas que sólo quieren el agua para sí, que destruyen el trabajo ajeno en lugar de nutrirlo, asociándose en gremios destructores, mafias del arte parcelista por un ego exacerbado, deben ser desplazados. Dejemos que el poema, la pintura, el teatro, etc. Se nutran de lo que les plazca, dejemos que nuestras obras sean una búsqueda sincera de llegar a la medula del arte, a la sublimación, a la catarsis, dejemos pues que (con)fluyan las corrientes. Al diablo con los gremios excluyentes, las escuelas que eliminan todo rasgo de originalidad en pos de la unificación de estilos. La condición política del poscorrientismo, por decirlo de alguna forma, reniega de la actitud elitista de los grupos literarios que únicamente abren las puertas a sus amigos cercanos, rechazando trabajos, pese a su excelente calidad, por miedo a caerse de ese trono falso que les brinda el aplauso de sus propios colegas y no el del público, a quien deberían ir dirigidas nuestras obras. Hacemos arte para la gente, no para los artistas de nuestras propias disciplinas.

-El poscorrientismo es el primer ismo que no representa una corriente, carece de fronteras en su medula y al mismo tiempo define todo y no define nada, no es una clasificación, es más bien una apertura, implica la inclusión de la diversidad en un todo. El flujo cultural mundial de la sociedad contemporánea se mueve a velocidades y en espacios sorprendentes. No es raro que hoy encontremos fervientes creyentes del hinduismo en lugares donde jamás un hindú ha postrado siquiera un pie, la globalización acarrea una nueva forma de diversidad, la diversidad ya no puramente étnica, sino que la diversidad individual dentro de los propios grupos en apariencia homogéneos, la diversidad del lenguaje artístico, del lenguaje poético. Este no-ismo bien puede definir las manifestaciones estéticas de nuestro tiempo, un concepto acorde a la contemporaneidad, esa en la que la globalización está a la orden del día con su rápida expansión de información, esa que ha empequeñecido al mundo convirtiendo al hombre en un ser capaz de elegir las características de su cultura personal, el artista elige, consciente o inconscientemente, los artistas  a los que ha de emular, aquellos que han  de influenciar su obra de arte, aquellos que ha localizado a través de la red de información que cubre sus necesidades.

 -La poscorriente es en sí una contradicción, parte de la idea de que las corrientes se han agotado y al mismo tiempo ensalza la novedad, producto del resultado de la combinación de las mimas. Propone más bien una apertura del flujo de corrientes hacia el mar de los estetas. No hay nada nuevo, pero si lo novedoso, y entiéndase la imposibilidad de sinonimia entre ambos términos. Navegar a poscorriente es necesariamente avanzar con los ojos puestos en el camino recorrido, el camino que detrás de nosotros se erige como el soporte de nuestros siguientes pasos; es caminar hacia atrás y avanzar al mismo tiempo hacía delante.  
-Es necesario tomar conciencia de que la fenomenología de un ismo (o no-ismo) no es únicamente una propuesta abstracta que persigue una estética común; es también un fenómeno sociocultural que llega a sacudir estructuras. Considerar que cada ismo no es más que “la misma burra revolcada” es caer en el grave error de desprenderlo de su contexto espacial y temporal, áreas en las que cobra mayor sentido.  El poscorrientismo ya existía antes, pero es en Oaxaca dónde se conceptualiza y se adopta también como una postura frente a los caciques del arte y a la manera de realizar sus obras.

- El término tiene al mismo tiempo una naturaleza lúdica y sarcástica, cuando a los firmantes se les pregunta ¿cómo se llama lo que tú haces? (y nótese la tendencia a clasificar por parte del público)  responden “Poscorrientismo” que es como decir “Pues corrientismo” (fenómeno paradójico dado que hemos propuesto que  el corrientismo es otra cosa, pero justificable dentro de la naturaleza contradictoria del no-ismo), que a su vez es como decir “pues lo corriente” que concluye en un trasfondo que alude a lo chafa, lo que no es considerado útil por los excluyentes gremios oficialistas.
-El poscorrientismo es el árbol in-verso, aquel que nace del aire, de las hojas que se conforman en ramas que se unen para erigir el tronco  y penetrar la tierra, lugar donde se ha de depositar la raíz,  el fin último, la meta, ese lugar que buscamos como artistas, oculto por el velo de la tierra, por la carnaza material que cubre el sesgo de la realidad.

- Saúl Díaz Parra (Novelista) y Jesús Rito García (Poeta) son los marionetistas que forjaron está idea en el teatro de la escena literaria actual, de ellos se desprende la poscorriente gracias a la cual algunos escritores afincados en la ciudad de Oaxaca saltan como palomitas en olla de presión.
Algunos de los firmantes del poscorrientismo son: Víctor Quintas (con algunas objeciones) Alfonso Carballo, Aurelio Ninandii, Mahra Ramos, Andrés S. Victoria, Lucía Revueltas y cualquiera que lo desee.
Óscar Tanat
Diciembre 2010


Sobre el poscorrientismo (1.0001SDP)
El manifiesto, más que una acumulación de ideas dispersas o una guía para entender hacia dónde se mueve el poscorrientismo, es en sí mismo, más efectivo como un diálogo para desnudar a través de las palabras el verdadero significado de un concepto tan vago. Pero existente.
El poscorrientismo causa una cierta irritación por presuntuoso, no puede funcionar en la mente de muchas personas el que un grupillo formado por algunos escritores pelados, oaxaqueños en su mayoría  o asentados en Oaxaca, haya decretado autoritariamente el fin de las corrientes artisticas, lo cual, ciertamente, resulta presuntuoso. Pero no lo es  tanto el afirmar que a cien años del inicio de la llamada Revolución Mexicana nada ha cambiado en realidad. México, y Oaxaca en específico, siguen funcionando con un sistema de feudos y cacicazgos dirigidos por la clase económicamente dominante. Entonces, el poscorrientismo, resulta ser una bocanada de aire para esta asfixia social, cultural y artística en la que  vive nuestra sociedad actualmente, purgando por consolidar el anhelo burgués de vivir en una civilización donde los artistas puedan vivir dignamente, o aún más, hedónicamente, no importando el precio que haya que pagar, no importando dar la espalda al pueblo, al que se debe, en cierta forma, el verdadero arte. La búsqueda artística actual es plástica y comercial, con una voraz búsqueda del éxito social y mediático que garantice una supervivencia holgada y un ingreso generoso.
Las letras, son reflejos de estas sociedades decadentes y mentirosas, son feudos controlados por escritores que cercan las manifestaciones culturales a sus círculos cercanos. Entonces, no es tan descabellado decir que el poscorrientismo tiene relación con la eterna revolución a la que se ven sometidos los ciclos artísticos, reflejados también eternamente en el quehacer literario. En una sociedad como la mexicana, cuyas venas se encuentran obstruidas por el colesterol de las obras artísticas del refrito; música, letras y pintura se vuelven a freír una y otra vez en el mismo aceite,  repitiéndose sin cesar, haciendo algo “nuevo” con lo viejo; evidente síntoma de agotamiento. Por ejemplo, en la música, no es algo exclusivo de nuestro país, también en los Estados Unidos, que las canciones se repiten y reinterpretan una y otra vez en nuevas versiones. Se cantan de nuevo las canciones de Elvis, o se hacen covers de canciones clásicas, algunos ejemplos, los más claros, comenzaron en la década de los noventa, en la época que en mi opinión, comenzó el poscorrientismo a gestarse. Me viene a la mente canciones como Tainted Love desde la versión de Gloria Jones hasta la de Marilyn Mason, o The Man Who Sold the World de David Bowie que interpretó Nirvana unos años más tarde. Mi punto aquí es señalar que las corrientes y los géneros se encuentran agotados. Las canciones tienden a repetirse, porque pese a que se cuenta con todas las nuevas herramientas de información y hacer música de estudio ahora es infinitamente más fácil de lo que era antes, se siguen haciendo las mismas mierdas similares, prueba tangible del agotamiento creativo colectivo. Y al decir esto me vienen a la mente las versiones de canciones de los ochentas que actualmente saturan, con otras voces, otra vez las radios comerciales. Esa es una metáfora simple del agotamiento de las corrientes, en este caso, relacionada al acontecer musical actual, en profunda crisis, donde un Reggaeton resulta ser un género de gran éxito masivo aun siendo uno de los géneros más simples y musicalmente aberrantes que han existido. Quizás es un género efímero, pero un símbolo especifico del apocalipsis musical que nos atormenta en la actualidad. Sin embargo,  creo que, en términos generales, esto se puede aplicar a cualquier arte, a la pintura, por ejemplo, que desde que realizó aquel viaje partiendo del oscurantismo hasta el Renacimiento y el Neoclásico, pasando por el abrupto giro en espiral hacia lo surreal simbólico y lo abstracto, se encuentra ahora perdida en su propia vertiginosa vaguedad, sobreviviendo entre en la mezcla de algunas de las corrientes anteriormente mencionadas.
En el caso de la literatura me parece que, por la naturaleza lúcida de su actividad que requiere de cierta estructura para ser comprendida, el ejemplo es incluso más evidente. Desde el realismo y el naturalismo, el modernismo hasta el surrealismo, para proseguir hacia el dadaísmo, el infrarrealismo y el posmodernismo, pasando por todo lo que la vaguedad del término posmodernista pueda abarcar, son en realidad, a final de cuentas, un mismo líquido mezclado y yendose por la coladera, revolviéndose entre su propia existencia, reflejando siempre el contexto histórico humano en el que se ven envueltos. Estamos agotados tomando y retomando retazos de esos momentos nostálgicos que llamamos movimientos literarios o corrientes, nuestra nostalgia de la historia y del mundo, nos hace recurrentes los viajes de regreso hacia los clásicos. Viven en nosotros. El poscorrientismo en sí, es también una aceptación de este agotamiento corriente, de esta normalidad fastidiosa y pervertida en la que se ha convertido la sociedad “moderna” al descomponerse, al caer en la repetición de lo viejo presentado como nuevo. El poscorrientismo  se  vive desde hace varios años y ha dado ya, algunos frutos de sus intentos inconscientes; la mezcla de dos corrientes diferentes, produce un sonido nuevo nacido de lo conocido, como el acid jazz, o el reggae-funk.
Ante la frustración de vivir en una sociedad que tiene poco margen de movimiento alterno a las estructuras ya ofrecidas, el poscorrientismo es de nuevo una bocanada de aire,  un despertar consciente a la necesidad de renovar las cosas, de sacudir las estructuras reinantes. Sucede esto también en las letras, es decir, el mundo de los pensamientos escritos, que transcurre de forma paralela a la historia del mundo, y que contiene a la historia absorbida en su propio hacer. Partiendo de esto entonces, es probable que si comenzase una revolución dentro de los libros, una revolución mental, esta se transportaría también hacia el terreno de la realidad. Pero la palabra revolución no necesariamente implica el término violencia, al contrario, la revolución de las letras es la evolución de la comprensión hacia un humanismo, si bien, no tan hermoso ni impregnado de divinidad, como sugerido por las corrientes, sí más desnudo y más sincero, más honesto, con un punto de partida más apegado a la triste realidad que condena al hombre actual, preso entre palacios de cristal que su propio pensamiento le imponen. El poscorrientismo propone la ruptura consciente de esas barreras mentales que dividen a los gremios artísticos según sus preferencias y sus comprensiones, sus orígenes y la educación que le es impuesta. La división de la poesía en diferentes expresiones artísticas se ha creado con muros mentales creados por el ego de las sociedades artísticas. Es palpable que en las calles del centro de Oaxaca se ve un nuevo deseo de hacer nuevo arte  a contracorriente de lo que se ha  hecho en los últimos años sin ofrecer grandes resultados, más que la canonización de caudillos culturales que se transforman en verdaderas instituciones humanas. Hay un arte en las paredes invadidas por la gráfica, pero a este no se le ha incorporado la poesía como elemento complementario, sólo contienen, si por acaso, poesía visual, algunas de sorprendente penetración e impacto, otras simplemente mediocres. Pero  a diferencia de los movimientos gráficos o musicales, disciplinas de una reacción en extrema exterior, la poesía, surge en el silencio, en la sombra. La invasión de la pintura no solo busca, sino que invade los espacios públicos como una intromisión incluso agresiva  en el derecho ajeno, en cambio, la creación poética se escribe en los lienzos interiores de los poetas, cuyas palabras escritas son sólo un leve vislumbre, la punta del iceberg del caudal de sensaciones, expresiones, conjugaciones, operaciones matemáticas y eventos de colisión cósmica y de proporciones emotivas que vive el poeta dentro de sí en todos los momentos en los cuales no está escribiendo.  Así, creo que el trabajo de los jóvenes escritores poscorrientistas se vincula interiormente con las expresiones alternativas que están por explotar en Oaxaca y romper una inercia nefasta y decadente que ha inmerso a la creación artística en un ciclo espantosamente snob y exclusivista, creando una revolución a través de la misma, la cual se ha convertido también en un arma poderosa contra los sistemas de gobierno tiránicos y autoritarios, ante la imposibilidad de vencer a las estructuras con movimientos armados. El poscorrientismo tiene la ventaja de la flexibilidad, de la absorción de géneros, estilos, disciplinas y términos.  Pero ¿qué es entonces el poscorrientismo? Una manera de hablar de algo que sucede, un despedazamiento de la palabra por piezas, letras y significado, algo así como lo que puede sentirse al escuchar la poesía de Oscar Tanat, en la cual, la palabra, como unidad, deja de tener sentido, así como el sueño se transforma en un manual de viaje hacia el inmenso laberinto de la nada onírica.  Hasta ahora, lo que llamamos poesía o literatura poscorrientista, aún muy limitada por novedosa, me parece a mí ofensiva, dedicada a trasgredir el orden, es erótica, provocativa, raya a su vez en un lenguaje soez y asqueroso que le da un dinamismo múltiple a la palabra, que le entrega nuevos significados a las cosas viejas, que no niega su origen, el agotamiento y el hastío de lo ya visto.
Si el poscorrientismo sirve algo a la humanidad o al quehacer artístico, será en desprender las divisiones que nos separan,  y por ello, no permite por su naturaleza las posturas exclusivistas, sino inclusivas, hasta que se pierdan los límites absurdos que nos separan como seres humanos, como una comunidad. Si se logra este objetivo, y los límites se funden y el quehacer artístico se amalgama para ofrecer algo nuevo, algo distinto, nunca antes visto, entonces el poscorrientismo como movimiento habrá funcionado, de lo contrario, si muere por actitudes sectarias o gregarias habrá fracasado, y se convertirá, como todo lo demás, en una palabra vacía, o más preciso, el fantasma de un término. Pero de cualquier manera, su triunfo nunca será definitivo, será un concepto también devorado por la vorágine hambre de este mundo siempre cambiante. El árbol que tiene sus raíces hacia arriba del cielo y sus ramas hacia abajo, es necesariamente, un árbol que se refleja en el borde de un lago, y como tal, es también una ilusión.
Partiendo de esto, a partir de ahora, sobre el blanco de la hoja todo se hace posible.
                                                                        Saúl Díaz Parra
 Oaxaca, diciembre del 2010.



POSCORRIENTISMO

No sigas las huellas

de los antiguos

busca lo que ellos buscaron.

Matsuo Bashoo




Crece la nueva ciudad semejando viejos imperios de arena. Imperios que conocemos  de memoria,  el poscorrientismo es una casa  sin  lujos  ni mafias, sin perros... pero con guardianes de la palabra.
El poscorrientismo es la ruptura de la copia de imperios de antaño, que cada vez se denigran más al querer hacer la copia fiel de lo pasado, de lo ya escrito, de lo monótono.

Estamos en una época donde se creé falsamente que todo está explorado, pues artistas en general retoman ideas y formas ya establecidas y aceptadas de pasados tiempos, sin darse ellos la oportunidad de crear su propia voz y pensamiento.    


Hoy en día encontramos poetas, que se creen más que dioses, un pedestal es poco para su ego,  la poesía la ven como una forma de sentirse especiales “diferentes a lo común” sin ser grandes en sus escritos adoptan  la grandeza de poetas consumados.



Ellos leen, escriben se vuelven doctos pero sólo para ser alabados sin darse cuenta que lo culto no quita lo humano.  Como decía Ángel Gonzáles sólo somos poetas en el momento breve en el que escribimos, después o antes  volvemos a ser tan comunes como las piedras. 


Estamos en una época donde todo se ha destruido, todo se ha aceptado sin cuestionarlo, el tiempo con sus medulas nos pisotea, estamos a merced de nuestro pensamiento, el poscorrientismo es la ruptura y el incentivo puro para el pensamiento. 


Un grupo de escritores con voz y  palabra propia intentan hacer la diferencia.

Este proyecto  no es sólo para nuestros amigos, conocidos o gente a conveniencia todo escritor que se identifique con el poscorrientismo es bien recibido. 


El poscorrientismo es una casa  sin  lujos  ni mafias, sin perros... pero con guardianes de la palabra.


 Alejandro Aparicio Morales 




El Poscorrientismo

La crónica, la descripción de los hechos, de los no hechos y de los des hechos, se centran en la palabra, la palabra; imagen, sonido y lo incognito del pensamiento; siembran el virus mortal, alteran el funcionamiento normal  del incognito, del Sr. X. De esta forma la percepción de la vida cambia, el gran cambio, el profético.  Todo culmina en el cambio y todo empieza en él,  aquí, el poscorrientismo.
Aquí, allá, ahí y acá, la creación de barreras es ilusoria, el mundo es uno sólo, los hombres lo fraccionaron en geografías distintas. Así, lo mismo pasa con las ciencias, en ellas la división es inexistente, pues no se  puede llegar a una sin entender la relación que existe con otras; una nueva idea o se alimenta de una vieja y crece o destruye a la anterior. En el arte, es creación de lo que se habla, creación materializada, la obra final.
Pero si para crear se necesita del arte en general, o de distintos recursos artísticos, ¿Qué es lo que estamos creando? Final mente una obra
El hoy  y el mañana son tan contradictorios, ambos serán ayer, aun así el mañana y el hoy permanecen intactos, aunque nunca, son los mismos.
He aquí el poscorrientismo.
Una creación de mezclas
Una mezcla de creación
Un mundo lleno de geografías distintas, pero sin barreras.
Aurelio Ninandii Antonio Cruz

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